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viernes, 8 de diciembre de 2023

“SER LO MÁS”

¿CUI PRODEST?


Hay que poner el árbol de Navidad más grande. Ser la ciudad con más bombillas estas Navidades. Cocinar la paella más grande. Tener el Festival más antiguo de España. Ser el más listo de la clase o el hombre más fuerte del mundo, y si me apuras, el que se ha comido más huevos cocidos... No, no es el nuevo libro de los récords de este año. Es que estamos todos un poco locos y estamos valorando más la cantidad que la calidad.

Están a punto de llegar las Navidades y ya tenemos al señor alcalde de Vigo haciendo el payaso y vanagloriándose de que su pueblo se va a gastar no sé cuanto en luces, música y árboles, aunque muchos de sus ciudadanos tengan que soportar un mes sin casi poder dormir, pero que todo esto va a reportar un montón de millones para la ciudad... (Aunque no explica cómo se van a repartir)

Pero esta fiebre por “ser lo más” en algo, se está extendiendo a lo largo de todos los lugares, y algo similar a lo de Vigo ocurre ya en Toledo y en otros muchos sitios.

Y. como digo, estamos perdiendo el norte. Desde antiguo ha habido Fiestas y celebraciones que estaban pensadas para divertimento y solaz de los ciudadanos. Las Navidades eran fechas de reuniones familiares, buenas comilonas y general alegría. Los Carnavales eran tiempos de juerga, algarada y transgresión, las Fiestas Patronales tiempo de hacer un alto en el camino después de un año de trabajo. La Semana Santa, tiempo de oración y recogimiento. El Festival Taurino, una iniciativa para paliar las necesidades de los más desfavorecidos. Todas, en fin, se organizaban pensando en los ciudadanos y en provecho de los más desfavorecidos. 

Pero ya no. En Semana Santa, ya no valen sólo las procesiones, hay que hacer una Pasión que sea también un reclamo turístico; aunque en sus inicios nunca fue esa su intención, pues nació como un Via Crucis litúrgico.

En los Carnavales, ya no es cuestión de disfrazarse y pasarlo bien; ahora es una buena oportunidad para llenar las calles de casetas medievales y que se nos llene el pueblo de coches.

El festival, presumiendo que es el más antiguo de España hay que decir que es benéfico, (Para lo que se creó) aunque se pierda dinero (¿Quien lo paga?) porque también en un buen reclamo promocional.

Y ahora también en las Navidades. Hay que poner un árbol bien iluminado en el centro de la Plaza, lo más alto posible y organizar otro mercadillo, (¿para garantizar el suministro de productos navideños a los ciudadanos de Chinchón?). El caso es buscarse cualquier excusa que sirva de reclamo de turistas que vengan aquí, a dejarse los cuartos; aunque ello repercuta en molestias para los vecinos, haciendo más difícil, si cabe, la movilidad en el pueblo.

La pregunta sigue siendo: y todo esto ¿Cui prodest? (Para los que no saben latín, ¿A quien beneficia?

¿O sólo sirve para que nos sintamos orgullosos de nuestro pueblo?

Pobres.

Ya digo, no hay que confundir la velocidad con el tocino, y tener claro si queremos cantidad o calidad. Es hora de pensar también en todos los vecinos.